La formación integral de la persona desde el enfoque socio-formativo implica asumir un proceso de construcción mental que contemple una visión de sí y de la realidad como totalidad, de sus relaciones entre las partes y de éstas con el todo, en interconexión con el cambiante mundo que nos rodea, sus vicisitudes e incertidumbre. En consecuencia con ello, se requiere ser competente al tiempo que comprometidos con un proyecto ético de vida para afrontarnos a nosotros mismos y a las diversas situaciones de la vida real con el correspondiente obrar integral, poniendo de manifiesto ciertas habilidades esenciales.
La formación integral de las personas se realiza en sujetos de convivencia, comprometidos con la justicia, la responsabilidad, respetuosos de la vida, solidarios, dignos, amantes de la libertad y la verdad. Este paradigma de ser humano se articula a un modelo de pensamiento complejo que concibe el conocimiento en su multidimensionalidad; integrando, relacionando, interconectando, no fragmentando.
Desde esta mirada, las competencias son el obrar integral de las personas en su relación diversa con la vida, involucrando lo personal, lo social y el ambiente ecológico, dando muestras de idoneidad no sólo en lo laboral, comprometido éticamente, respondiendo creadoramente a los problemas y desafíos; autónomo en una relación de inter-dependencias.